Adriana Paz: Protagonista de realidades
- Ha interpretado a mujeres que entrañan una complejidad que, para ella, resulta aleccionadora. De esto y más habló con Forbes Life una de las actrices mexicanas más reconocidas internacionalmente.
A veces los seres humanos somos muy egoístas: vivimos en nuestro mundo criticando a los demás, siendo distantes. Pero las mujeres que he encarnado me han abierto las puertas hacia otras realidades y me han enseñado a ser más empática. He aprendido mucho de ellas y de los personajes que las rodean”, reflexiona sobre su trayectoria Adriana Paz, la primera actriz mexicana en ganar el premio a la Mejor Interpretación Femenina en la 77ª edición del Festival de Cine de Cannes, por su papel en Emilia Pérez.
Epifanía es el nombre de la mujer a la que ha dado vida en el filme musical del aclamado director francés Jacques Audiard. “Ella representa a las mujeres mexicanas, latinoamericanas y del mundo que no se rinden, que tienen fuerza para luchar por los suyos. Es una mujer que la ha pasado muy mal, que ha sufrido violencia, pero que, a pesar de eso, conserva su luz”. Así describe al personaje que la llevó a redescubrir su talento innato para cantar y su afecto por el baile
Adriana tiene familiares apegados a la música y el recuerdo de su abuela cantando. Sin embargo, no había pensado en explotar más ese talento heredado hasta que se involucró en el proyecto en el cual comparte créditos con las estadounidenses Selena Gómez y Zoe Saldaña, y la española Karla Sofía Gascón (también ganadoras del premio a Mejor Interpretación Femenina).
Para construir el personaje, trabajó de la mano del artista escénico, especializado en técnicas para la voz, Juan Pablo Villa. Él la impulsó a desafiarse a sí misma, estudiar su gran potencial vocal y explorar otras habilidades. “Si algo hizo mi coach en México, fue ayudarme a buscar una nueva faceta de mí y lograr cosas que no había imaginado. No me atrevo a decir que soy cantante porque respeto mucho a quienes se preparan para eso. Pero sé que tengo un don y me gustaría seguir desarrollándolo”, confesó, poniendo el acento en lo importante que es para ella la formación continua, la constancia y la entrega total a cada proyecto.
Adriana Paz se refleja en una pieza de la artista Alicia Framis (Barcelona, 1967) titulada “Leave here your fears”. El mural en gis y carboncillo que le rodea lleva por nombre “Isola Zero” y es obra de Yann Gerstberger (Francia, 1983); ambas piezas, creadas en el año 2022, para LagoAlgo.
Nuestro encuentro con Adriana tiene lugar un día antes de que viaje a presentar Arillo de hombre muerto en la edición 39 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), uno de los proyectos más significativos en su carrera, no sólo porque es la primera cinta en la que prácticamente protagoniza todas las escenas, sino porque aborda una situación que crece en México y el mundo ante la indiferencia de la sociedad.
“El tema del que habla la película me importa porque hay un problema real de desaparecidos, de trata de personas. Y lo hace desde una perspectiva diferente: desde aquellos que se quedan con la incertidumbre ¿Qué pasa con las esposas, los hijos, las madres de quienes se pierden? Es una historia muy personal y también universal”, expone la actriz que encarna a Dalia, una trabajadora del metro de la Ciudad de México que busca a su marido desaparecido, mientras su vida familiar, íntima y laboral se derrumba.
Desde que Alejandro Gerber le presentó el proyecto, supo que sería un reto grande, tanto físico como emocional, y se preparó enteramente para ello. El director de la película le dio la posibilidad de experimentar con el personaje y proponer, y eso, asegura, fue muy valioso para ella. Disfrutó cada proceso, reencontrarse con colegas que estima y trabajar en equipo, como tanto le gusta.
Adriana Paz es egresada del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y ha participado en más de 50 producciones en cine y televisión. Tras el triunfo en el Festival Internacional de Cine de Morelia por su desempeño en Las horas muertas (2013), en 2015 ganó su primer Ariel a Mejor Actriz por su conmovedora interpretación de Cheba en La tirisia (2014). Este filme enfoca la ausencia y la desesperanza que embarga a las mujeres en entornos que parecen estar olvidados… y que lo están.
“Mi trabajo me ha dado la posibilidad y la responsabilidad de representar mujeres con tantas capas y emociones encontradas, en las cuales radica su riqueza narrativa…”. En este sentido también cita a Hilda (2014), donde encarna un personaje que hace de contrapeso en un guion con una legítima carga de crítica social.
Sin embargo, la intención de la actriz al involucrarse en proyectos que plantean “temas ásperos” está lejos de aleccionar a la gente. Su propósito, dice, es compartir opiniones y mensajes que contribuyan, de alguna manera, a entender el mundo que habitamos, generar empatía y buscar, cada día, ser mejores personas.
“No me he considerado una activista. Si me involucro en una causa, es a través de intentar ser congruente con mi vida; teniendo conciencia en cómo educo a mi hijo para que sea un ser humano que se respete y que respete todo lo que le rodea”, dice, sin cortapisas, antes de compartir los momentos que la empujaron a transformarse.
Admite que manejar el éxito no siempre ha sido sencillo para ella. Su participación como Toña en Rudo y Cursi (2008), escrita y dirigida por Carlos Cuarón, le dio una enorme satisfacción y, al mismo tiempo, el impacto mediático de la película la llenó de miedo. Sin advertirlo, cayó en una profunda depresión luego de este y otros proyectos. A eso se sumaron otras situaciones difíciles que atravesó su familia a causa de inundaciones y la mermada salud de su abuela materna.
“Creo que una de mis etapas trascendentales fue la muerte de mi abuelita, porque yo era muy cercana a ella. Y, desde entonces, tomé la decisión de cambiar hábitos, de ser valiente, de tener la voluntad de levantarme y salir de la depresión. Tuve la ayuda de mi familia y de profesionales. Entonces, me empezaron a llamar para otras producciones… y luego fui mamá”.
Por eso, ella valora cada instante de la vida. Le encanta pasar tiempo con su hijo y con su esposo, el también actor David Trejos; viajar, leer y, cuando hay un espacio en su agenda, organizar su armario, lo mismo que revisar su labor y su crecimiento.
“Me siento contenta con mi trabajo y estoy orgullosa de la experiencia y la seguridad que he ganado. Estoy aprendiendo a apreciarme, a reconocer mis logros, porque eso también es parte de agradecer por estar viva”. Así concluye la charla que nos ha dado otro ángulo para admirar, también, el lago de Chapultepec y parte de la instalación artística en LagoAlgo, la sede del encuentro donde hemos retratado a Adriana Paz.
Fuente: forbes