Una rata sobrevive sin macho
En teoría, la pérdida del ‘cromosoma Y’ en un mamífero debería suponer la desaparición de los machos y, por lo tanto, el fin de una especie. ¿Qué pasa entonces con una rata que, en una isla japonesa, ha estado arreglándoselas sin un ‘cromosoma Y’ durante un período de tiempo indefinido?
Conocida por esta particularidad desde hace algunas décadas, la Tokudaia osimensis habita en la isla de Amami Ōshima, en Japón. Intriga a los biólogos por esta rara característica, especialmente porque afecta a los humanos: nuestro ‘cromosoma Y’, como el de varios de nuestros primos mamíferos, se ha «encogido» durante decenas de millones de años, sin que entendamos por qué. Su contraparte, el cromosoma X, no corrió la misma suerte.
Normalmente, en el mundo animal, un embrión con dos cromosomas X se convierte en una hembra. Con un cromosoma X y un Y, se vuelve macho. La pequeña rata de la isla Amami Ōshima es una de las cuatro excepciones conocidas, junto con otro pequeño roedor de Japón y dos roedores de Asia.
Para resolver este misterio, investigadores de siete instituciones japonesas comenzaron analizando los genes de los machos: no encontraron variantes genéticas particulares que pudieran aplicarse únicamente a ellos. Por otro lado, observaron que una de las dos copias del cromosoma 3 -todo mamífero hereda dos copias de sus cromosomas, una del padre y otra de la madre- vio duplicarse uno de sus segmentos, cerca del gen SOX9, conocido para desencadenar el desarrollo testicular. En su artículo, publicado el 28 de noviembre en la revista PNAS, estos investigadores sugieren que este cromosoma con su segmento duplicado se ha convertido en un «proto-Y», y que la versión sin duplicación es un «proto-X».
En teoría, sería posible demostrar esta hipótesis manipulando los genes de estas ratas para ver si esto evitaría el nacimiento de machos, pero el experimento es imposible: la rata está catalogada como una especie en peligro de extinción.
Los investigadores estiman que el último ancestro común entre esta rata y sus primos más cercanos data de hace 2 millones de años, lo que significa que esta duplicación se realiza desde esa época. Los machos con Y y sin Y pueden haber coexistido durante algún tiempo.
Esta investigación podría reforzar la hipótesis de que nuestro propio cromosoma Y está destinado a desaparecer algún día, sin que ello implique necesariamente la desaparición de la especie humana. Por otro lado, esta rata es un evento tan raro que esta investigación también podría consolar a aquellos para quienes la desaparición de la Y sería solo un evento extremadamente raro. Investigaciones similares por parte de las otras tres especies que también forman parte de la lista de excepciones, permitirán ver si se trata del mismo «desvío» genético.
Fuente: Techno-Science.net