Crianza en equipo: madres solteras construyen nuevas familias en China
En varias ciudades de China está creciendo una forma distinta de familia. Ante el aumento de divorcios, el costo de vida y la falta de redes de apoyo, algunas madres solteras están eligiendo compartir casa y responsabilidades con otras madres en la misma situación. No se trata de una relación de pareja, sino de una alianza práctica y emocional para criar a sus hijos juntas.
En redes sociales chinas se multiplican publicaciones de mujeres que buscan compañeras de vivienda para dividir gastos y turnarse en el cuidado. El mensaje suele ser directo: necesitan ayuda, compañía y tiempo para respirar. En un país donde la presión por mantener la imagen de una familia tradicional sigue siendo fuerte, este acuerdo representa un cambio silencioso en la vida cotidiana.
China tiene alrededor de 30 millones de madres solteras. Aunque existe la obligación de la manutención paterna, muchas mujeres enfrentan dificultades económicas y, en ciudades grandes, algunas familias monoparentales viven por debajo del umbral de ingresos básicos. Con acceso limitado a apoyos estatales y pocas redes familiares, las soluciones improvisadas entre mujeres han surgido como alternativa.
Una convivencia que se construye día a día
En la ciudad de Nankín, Zhu Danyu y Fei Yuan viven juntas desde 2022. Cada una tiene hijas, y llegaron a conocerse por trabajo. Zhu tenía dos niñas; Fei, una. Con el tiempo, las visitas se volvieron cotidianas, sobre todo durante los meses duros de confinamientos por la pandemia. Cuando una de las niñas enfermaba o había tarea acumulada, la otra madre entraba en apoyo. Finalmente, decidieron unir hogares.
Ambas dicen que no se trata de reemplazar una familia tradicional, sino de repartir lo que pesa. Fei es meticulosa en el orden, pero nunca aprendió a cocinar. Zhu disfruta cocinar y viajar por trabajo, así que Fei cubre cuando ella está fuera. Las niñas estudian juntas y juegan juntas; los fines de semana se convierten en paseos familiares y tardes largas en el parque. La idea de “doble amor” se hace visible en lo cotidiano.
Aunque han recibido comentarios maliciosos en línea, sus círculos cercanos apoyan la decisión. Para ellas, lo importante es que las niñas estén tranquilas y que su negocio conjunto avance. Dicen que la convivencia funciona porque comparten formas de ver la educación y la vida.
Redes que nacen donde el Estado no llega
Especialistas señalan que estas alianzas están creciendo porque muchas madres solas no pueden cubrir todo: trabajo, renta, escuela, cuidado emocional. Las plataformas digitales se han vuelto espacios para buscar soluciones directas, sin intermediarios.
Sin embargo, no todas las experiencias resultan estables. A veces los niños no se llevan bien, o las diferencias económicas crean tensiones. Tampoco existen leyes que regulen estas convivencias o protejan acuerdos de vivienda compartida, lo cual deja a las mujeres vulnerables ante cambios imprevistos.
Aun así, quienes han encontrado una convivencia funcional dicen que el mayor cambio lo ven en sus hijos. Espacios antes silenciosos se llenan de movimiento, risas y acompañamiento. Los niños pierden timidez, comparten juegos y tareas, y aprenden a crecer en una pequeña comunidad.
