IA vs. humanos: el experimento que mostró que casi nadie nota la diferencia
Un estudio internacional realizado por Deezer en colaboración con la firma Ipsos mostró que la gran mayoría de los oyentes ya no puede distinguir entre una canción creada por inteligencia artificial y una compuesta por personas. La investigación, que reunió a 9,000 participantes de distintos países, expone un cambio profundo en la manera en que el público percibe la música y en los retos que enfrentan las plataformas y los artistas.
Resultados que sorprendieron al público
El ejercicio fue sencillo: presentar tres pistas, dos generadas por IA y una hecha por un compositor humano. Solo 3% de los participantes identificó correctamente el origen de cada una. Para muchos, el resultado fue inesperado; 71% reconoció haberse sorprendido y más de la mitad dijo sentirse incómodo al no poder diferenciar lo auténtico de lo sintético.
El avance de esta tecnología ha generado un flujo masivo de contenido: Deezer recibe alrededor de 50 mil canciones creadas por IA cada día, una cifra que ya representa más de un tercio del total de pistas nuevas que ingresan a la plataforma. A pesar de ello, solo el 0.5% de las reproducciones corresponde a música generada con inteligencia artificial, y gran parte de esas escuchas se relacionan con acciones fraudulentas.
El estudio también refleja inquietudes crecientes en el público. Ocho de cada diez personas consideran que estas canciones deben estar claramente identificadas, y siete de cada diez quieren que las plataformas informen si las recomendaciones incluyen temas creados por IA. Casi la mitad quisiera incluso filtrarlas cuando no le interesan.
Impacto para la creatividad y los derechos de los artistas
Más allá de la percepción auditiva, el estudio revela temores sobre el futuro de la música como oficio. Un 70% de los encuestados cree que la IA podría afectar el sustento de compositores e intérpretes, mientras que un 65% rechaza el uso de obras protegidas para entrenar modelos sin permiso. También aparece un consenso en torno a la idea de que la música generada por máquinas debería recibir pagos menores que los destinados a creadores humanos.
Para enfrentar estos desafíos, Deezer asegura que elimina pistas problemáticas, limita su monetización y evita incluirlas en recomendaciones automáticas. Su objetivo, afirman, es mantener un ecosistema donde la autoría sea clara y donde los artistas no pierdan terreno ante la automatización.
Aunque la IA avanza con rapidez, todavía hay señales que permiten diferenciar sus creaciones: estructuras muy predecibles, melodías excesivamente limpias o una emotividad que no termina de cuajar. Sin embargo, el estudio deja claro que esa brecha se vuelve cada vez más delgada, planteando nuevas preguntas sobre el futuro de la música y sobre cómo queremos escuchar, crear y valorar el arte sonoro en los próximos años.
