Web vende videos íntimos robados de cámaras de seguridad en varios países
Lo que debería ser un dispositivo de seguridad terminó convertido en una ventana al voyerismo ilegal. Una empresa italiana de ciberseguridad detectó un portal que reunía miles de grabaciones íntimas —muchas de ellas con contenido sexual— obtenidas de más de 2,000 cámaras de vigilancia instaladas en hogares, consultorios médicos y salones de belleza en países como México, Argentina, Francia, Alemania, Rusia e Italia.
La página funcionaba a plena vista, accesible desde buscadores comunes, y operaba con un modelo de negocio tan descarado como escalofriante: ofrecía fragmentos de videos gratis y cobraba suscripciones de entre 20 y 575 dólares por cámara para acceder a material completo. Algunas grabaciones superaban las 20 mil visualizaciones. Incluso permitía controlar de manera remota ciertos dispositivos intervenidos.
El análisis de los identificadores de las cámaras permitió ubicar la procedencia de las transmisiones. En Italia, por ejemplo, se detectaron al menos 150 dispositivos comprometidos. El dominio estaba registrado en Tonga, un pequeño país del Pacífico Sur, lo que dificultaba el rastreo legal y brindaba anonimato a los operadores.
El sitio organizaba el material como si fuera un buscador: por ubicación, habitaciones, personas y actividades. En pocas palabras, la intimidad de miles de familias y profesionales convertida en mercancía.
El hallazgo fue notificado a autoridades italianas y la investigación sigue abierta. Casos recientes, como el del presentador Stefano De Martino, confirman el riesgo: las cámaras instaladas para proteger terminaron vulnerando la privacidad más básica.
Más allá de los aspectos técnicos, el problema es humano. Cada video robado es una vida expuesta sin permiso, un recordatorio de que la seguridad digital no es un lujo, sino una necesidad urgente.