La ciencia confirma: bailar combate la depresión y fortalece el bienestar

La ciencia respalda lo que muchas culturas mexicanas han practicado durante siglos: bailar no solo es una forma de fiesta y tradición, también es medicina para el alma. Investigaciones recientes revelan que la danza ayuda a reducir síntomas de depresión, mejorar el estado de ánimo y recuperar la confianza en uno mismo.

Un metaanálisis publicado en The BMJ analizó más de 14 mil casos en 218 ensayos clínicos y encontró que el baile superó al yoga, la caminata y hasta el entrenamiento de fuerza en la reducción de síntomas depresivos. La clave está en su mezcla única: movimiento, música y conexión social.

Michael Noetel, investigador de la Universidad de Queensland, explicó que no sorprende el resultado: “El baile reúne actividad física, interacción social y música, tres elementos que elevan el ánimo y generan bienestar”. Aunque se necesitan estudios a mayor escala, la evidencia ya lo coloca como una de las terapias no farmacológicas más efectivas.

La neurociencia explica por qué. Bailar activa dopamina, endorfinas y oxitocina: sustancias que generan placer, alivian el dolor y fortalecen los vínculos sociales. Además, estudios con electroencefalogramas muestran que moverse en grupo produce sincronía cerebral, un fenómeno que fomenta la empatía y la sensación de pertenencia. Para quienes enfrentan depresión —un padecimiento que suele aislar y cortar la conexión con el cuerpo— esta práctica puede significar un puente hacia la vida comunitaria.

Julia F. Christensen, del Instituto Max Planck, subraya que la danza funciona como un lenguaje del cuerpo: permite expresar lo que las palabras callan. No se trata de pasos perfectos, sino de recuperar autonomía y creatividad. En México, donde los bailes tradicionales acompañan fiestas patronales, carnavales y reuniones familiares, la ciencia confirma lo que la cultura popular sabía: moverse al ritmo de la música es también un acto de sanación.

La depresión afecta a millones en el mundo y México no es la excepción. Frente a la soledad y el estrés cotidiano, bailar ofrece un remedio accesible, comunitario y profundamente humano. Desde un danzón en la Alameda hasta una fiesta de son jarocho, la invitación es clara: bailar puede ser terapia, resistencia y celebración de la vida al mismo tiempo.

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