EU entra en cierre de gobierno: el choque político que paraliza a Washington

El gobierno de Estados Unidos se quedó sin presupuesto y desde el 1 de octubre entró en cierre técnico, un evento que ocurre cuando el Congreso no aprueba los fondos necesarios para que las agencias federales sigan operando con normalidad. La falta de acuerdo entre republicanos y demócratas dejó a cientos de miles de empleados federales suspendidos y a buena parte del aparato estatal en pausa, con consecuencias que ya afectan a la economía y a los servicios públicos.

La disputa central gira en torno al financiamiento del sistema de salud. El presidente Donald Trump y los legisladores republicanos se negaron a mantener subsidios para programas como Obamacare y Medicaid, argumentando que benefician a trabajadores indocumentados. En contraste, los demócratas condicionaron su apoyo a que se mantengan esos recursos, que consideran vitales para millones de madres, niños y adultos mayores.

La falta de 60 votos en el Senado hundió cualquier propuesta provisional. Ni los planes de los republicanos ni las iniciativas de los demócratas prosperaron, y el reloj fiscal marcó el cierre. La Casa Blanca instruyó de inmediato a las agencias a activar sus planes de contingencia.

Empleados suspendidos y servicios limitados

La consecuencia inmediata fue la suspensión temporal de unos 750 mil empleados federales, según la Oficina de Presupuesto del Congreso. Se trata de personal considerado “no esencial”, que deberá quedarse en casa sin goce de sueldo hasta que se apruebe un nuevo presupuesto. En cambio, quienes trabajan en funciones críticas —defensa, patrulla fronteriza, control aéreo, inmigración o protección civil— deben seguir en sus puestos, aunque cobrarán hasta que termine la parálisis.

Los efectos prácticos ya se dejan sentir. Departamentos como Educación, Comercio, Trabajo y la Agencia de Protección Ambiental operan con menos de una quinta parte de su plantilla. Parques nacionales e instalaciones turísticas permanecen abiertos parcialmente, pero sin mantenimiento ni limpieza suficientes. En cierres anteriores se reportaron acumulaciones de basura y deterioro en infraestructura, problemas que podrían repetirse.

No todo se detiene: la Seguridad Social, los pagos de Medicare y la correspondencia postal continúan funcionando porque cuentan con fondos independientes. Sin embargo, trámites administrativos, préstamos para pequeñas empresas, inspecciones alimentarias y reportes económicos quedan suspendidos, lo que añade incertidumbre al panorama.

Impacto político y económico

El cierre amenaza con extenderse sin una salida clara. Trump aseguró que “pueden salir cosas buenas de los cierres” y sugirió que aprovechará el periodo para eliminar programas que considera innecesarios. Los demócratas, por su parte, responsabilizan directamente a la Casa Blanca y sostienen que el presidente utiliza a los trabajadores federales como rehenes políticos.

Si el cierre se prolonga, los efectos económicos podrían ser graves. Bloomberg Economics estima que tres semanas de parálisis bastarían para elevar la tasa de desempleo del 4.3% al 4.7%, ya que los trabajadores en licencia forzosa son contabilizados como desempleados temporales. Además, la Reserva Federal perdería información clave para decidir sus movimientos en política monetaria, al suspenderse reportes como el de empleo mensual.

No es la primera vez que Estados Unidos atraviesa esta situación. El antecedente inmediato ocurrió entre 2018 y 2019, cuando la disputa por el muro fronterizo mantuvo cerrado al gobierno durante 34 días, el periodo más largo de la historia. En 1995, bajo Bill Clinton, la parálisis se extendió por 21 días.

Hoy, la magnitud del conflicto vuelve a poner en evidencia la polarización política en Washington. Con 750 mil trabajadores suspendidos, agencias cerradas y un presupuesto en el limbo, el país más poderoso del mundo enfrenta otra crisis autoinfligida que golpea directamente a su población.

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