Día Mundial del Hambre: una llamada urgente a la acción

Cada 28 de mayo se conmemora el Día Mundial del Hambre, una fecha que invita a reflexionar sobre una de las problemáticas más graves y persistentes de nuestro tiempo. A pesar de los avances científicos y tecnológicos, millones de personas en el mundo siguen enfrentando el hambre como parte de su realidad cotidiana. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la principal causa actual del hambre es la inseguridad alimentaria derivada de guerras y conflictos armados, agravada por fenómenos climáticos extremos como sequías prolongadas o inundaciones devastadoras.

Aunque entre 1970 y 2015 se logró una significativa reducción del hambre a nivel global, la tendencia comenzó a revertirse en 2014. En apenas cinco años, 152 millones de personas más pasaron a engrosar las filas de quienes padecen hambre. Esta situación demuestra que los avances pueden perderse rápidamente si no se abordan las causas estructurales del problema y se fortalecen los sistemas alimentarios y de protección social.

En regiones como África subsahariana, el panorama es especialmente alarmante. Allí, el hambre es la principal causa de muerte infantil. Según datos de UNICEF, más del 10% de los niños menores de cinco años mueren prematuramente debido a la desnutrición o a enfermedades relacionadas con ella. Esta realidad no solo refleja una crisis humanitaria, sino también una violación sistemática de los derechos más básicos.

Argentina, por su parte, ocupa el puesto 33 sobre 127 países en el Índice Global del Hambre 2024, con un nivel considerado «bajo» en términos comparativos. Sin embargo, el país enfrenta alertas crecientes de inseguridad alimentaria, especialmente en sectores vulnerables. La inflación, el desempleo y la pérdida del poder adquisitivo contribuyen a un deterioro en el acceso a una alimentación adecuada, equilibrada y suficiente.

Paradójicamente, el planeta produce suficiente alimento para abastecer a más de 10 mil millones de personas, una cifra superior a la población mundial actual. Sin embargo, un tercio de esa producción se pierde o se desperdicia a lo largo de toda la cadena alimentaria. De acuerdo con la ONU, cada persona tira en promedio 79 kilos de comida al año, lo que representa no solo un derroche de recursos, sino también una oportunidad perdida para reducir el hambre global.

El Día Mundial del Hambre no debe ser solo una efeméride, sino un llamado colectivo a repensar nuestras prácticas de producción, distribución y consumo de alimentos. Combatir el hambre es una responsabilidad compartida que requiere voluntad política, cooperación internacional y un compromiso ciudadano sostenido.

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