Hundimiento y desigualdad: el futuro incierto de la Ciudad de México
Geólogos de la UNAM advierten que el hundimiento de la Ciudad de México, que avanza entre 10 y 30 centímetros al año, podría volver inhabitables amplias zonas en menos de una década. Algunas colonias, como las de Iztapalapa, registran subsidencias de hasta 40 centímetros anuales, debido a la extracción excesiva de agua de pozos y al peso de las construcciones sobre suelos arcillosos y volcánicos, que ya alcanzaron su límite de compactación.
Monumentos como el Ángel de la Independencia son ejemplo del fenómeno, ya que han tenido que añadirles escalones para compensar el descenso del terreno. Según los especialistas, no hay forma de detener el proceso. El escenario más probable, señalan, es una combinación entre adaptación costosa y desplazamientos forzados.
El 70 % del suelo capitalino es considerado inundable. La situación empeora con la llegada de lluvias, entre junio y octubre, ya que el asfalto y la escasez de áreas verdes impiden la filtración del agua. Además, el entubamiento de ríos eliminó canales naturales de desagüe.
En zonas como Iztapalapa, la paradoja es evidente: pese a tener muchos pozos, sus habitantes sufren tanto inundaciones como falta de agua. “Los que extraen el agua no la reciben y encima padecen los efectos del hundimiento”, señalan los expertos. Mientras tanto, los grandes desarrollos inmobiliarios, con edificios de hasta 50 pisos, no enfrentan estos problemas gracias al poder adquisitivo de sus ocupantes.
Una ciudad al borde de lo insostenible
La expansión inmobiliaria en áreas de alto riesgo, combinada con el cambio climático, hará que partes de la ciudad sean imposibles de habitar en unos seis años. La única salida viable, afirman los científicos, es descentralizar: crear nuevos centros urbanos bien planeados, con servicios básicos, escuelas y fuentes de empleo.
Los investigadores también destacan el papel crucial de la economía informal en el crecimiento de futuros asentamientos y la urgencia de trasladar industrias e instituciones fuera de la capital. Si no se toman medidas pronto, los efectos sociales y ambientales del hundimiento podrían ser irreversibles.
