Ni el ojo humano puede verlo: la velocidad letal de las víboras más peligrosas
Un grupo de científicos logró descifrar uno de los movimientos más letales y precisos de la naturaleza: el ataque de las serpientes venenosas. Con cámaras de alta velocidad y análisis milimétricos, documentaron la manera en que 36 especies de estos reptiles son capaces de morder a sus presas en menos tiempo del que un ser humano tarda en parpadear.
Velocidad mortal
El estudio, publicado en el Journal of Experimental Biology, registró el comportamiento de serpientes de distintas regiones del mundo, revelando que su ataque se produce tan rápido que supera cualquier reflejo humano o animal. Mientras un mamífero necesita medio segundo para reaccionar ante una amenaza, las serpientes completan su movimiento en una fracción mínima de ese tiempo.
El equipo de investigadores instaló un tanque de vidrio con cámaras de alta velocidad y un cilindro de gel balístico a temperatura corporal para simular una presa real. Filmando a mil cuadros por segundo, capturaron detalles imperceptibles para el ojo humano: la contracción de los músculos, el ángulo del salto y el momento exacto en que los colmillos penetran la “piel” de la presa.
Entre las más rápidas, las víboras destacan por su estrategia de emboscada. Permanece inmóviles, camufladas entre hojas o arena, con los colmillos ocultos. En el instante en que su objetivo se acerca, lanzan un ataque en milisegundos, inyectan el veneno y se apartan para evitar una reacción. Luego, siguen el rastro de su víctima mediante el olfato que les proporciona la lengua bífida.
Estrategias que desafían la biología
El estudio también analizó otros grupos de serpientes venenosas, como los elápidos —entre ellos las cobras, mambas y taipanes— y los colúbridos, de los que solo unas pocas especies resultan peligrosas para los humanos. Los elápidos prefieren una técnica más controlada: se aproximan con cautela y muerden varias veces para inyectar el veneno de forma continua. En cambio, los colúbridos, con colmillos ubicados en la parte posterior de la boca, desgarran lateralmente a su presa para facilitar el flujo del veneno.
Los investigadores también registraron fenómenos poco conocidos, como el desprendimiento espontáneo de colmillos durante el ataque, un proceso que confirma la capacidad de las serpientes para reemplazarlos periódicamente. Este hallazgo, documentado por primera vez con tanto detalle, demuestra la complejidad de su anatomía y la precisión de su sistema de defensa y caza.
El doctor Anthony Herrel, del Museo Nacional de Historia Natural de París, explicó que los videos derriban la idea de que los ataques son movimientos simples y lineales. “Cada especie adapta su técnica según la presa y el entorno. No hay un solo tipo de ataque, sino una variedad impresionante de comportamientos que apenas comenzamos a entender”, señaló.
Más allá del miedo
Los científicos advierten que estos hallazgos no buscan alimentar el temor hacia las serpientes, sino comprender mejor sus mecanismos naturales. En países como México —donde existen más de 60 especies venenosas, entre ellas la nauyaca y el cascabel—, el conocimiento de su comportamiento puede servir para mejorar los protocolos médicos, desarrollar ropa protectora para trabajadores rurales y reducir incidentes por mordedura.
Aunque las serpientes venenosas figuran entre los depredadores más temidos, los investigadores insisten en que rara vez atacan sin provocación.
