DiCaprio y el arte de pasar desapercibido

Leonardo DiCaprio volvió a explicar por qué suele cubrirse el rostro cuando camina por la calle, una costumbre que despierta curiosidad desde hace años. El actor, marcado por la fama desde muy joven, reconoce que encontró en las gorras, capuchas y mascarillas una manera de equilibrar su vida pública y su vida personal, un dilema que comparten celebridades de Hollywood pero que también resuena en un país como México, donde la relación con la privacidad cambia según el entorno.

Un camino complicado con la fama

DiCaprio contó en una entrevista que su necesidad de resguardarse surgió desde el impacto que tuvo Titanic en su vida. Tras el estreno, su rutina se transformó: más fotógrafos, más ruido mediático y menos margen para moverse sin ser seguido. Dijo que, aunque aprecia su carrera, aprendió que debe aparecer solo cuando tiene algo que comunicar y desaparecer el resto del tiempo para mantener su estabilidad emocional y su capacidad creativa.

Esa estrategia —mostrarse lo justo, alejarse cuando no hay trabajo que promover— se fortaleció con la pandemia, cuando adoptó la mascarilla como parte de su vestimenta diaria y nunca la abandonó. Incluso en eventos de alto perfil, como la boda de Jeff Bezos en Venecia, llegó a su hotel con la visera baja y el rostro oculto, intentando conservar algo de normalidad.

Titanic marcó un antes y un después para él. Recordó que no imaginaba la magnitud del fenómeno, un suceso que cambió la historia del cine y le dio reconocimiento global. Tras ese impulso inesperado, decidió frenar y replantear su carrera, buscando proyectos que lo retaran sin volver a quedar atrapado en una dinámica mediática asfixiante.

Entre la discreción y la vida profesional

Aunque protege su intimidad, DiCaprio no evita mostrarse cuando el trabajo lo exige. En su visita a Ciudad de México para presentar la película One Battle After Another, asistió sin cubrebocas ni gorra, convencido de que su presencia forma parte de su responsabilidad profesional. Pero lejos del escenario, cuando viaja o se mueve por ciudades como Venecia o Nueva York, vuelve a cubrirse para poder caminar sin sentirse observado.

Su método puede parecer extremo, pero responde a una vida entera bajo los reflectores. Para él, la posibilidad de preservar momentos cotidianos sin interrupciones es tan esencial como elegir buenos proyectos. Y su forma de manejar la fama apunta a un principio sencillo: estar presente cuando importa y desaparecer cuando no es necesario. En México, donde las figuras públicas también buscan espacios de respiro en medio del escrutinio, esa idea resulta familiar y comprensible.

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