Epidemia de soledad entre los jóvenes mexicanos: una generación atrapada en su propio mundo

Una crisis silenciosa avanza entre los jóvenes de México. Uno de cada cuatro, de entre 16 y 29 años, se siente solo o aislado, según el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada. Las redes sociales, lejos de ser un puente, se han vuelto una trampa: espacios donde muchos buscan refugio y terminan encontrando discursos de negación, frustración y odio.

Soledad digital y nuevas tribus

El académico de la UNAM Adolfo Gracia explica que la llamada Generación Z —los nacidos entre 2000 y 2010— vive atrapada en un ciclo que combina aislamiento, refugio virtual y radicalización. Las antiguas subculturas juveniles, como los emos, canalizaban la tristeza o la melancolía; hoy, las nuevas comunidades digitales como los incels o femcels han transformado ese dolor en rechazo y resentimiento hacia el entorno.

Las redes sociales han hecho más fácil conectar con quienes piensan igual, pero también reforzar burbujas donde el desencanto crece. La inseguridad, los estándares de belleza y la precariedad económica se suman a este cóctel que redefine la vida juvenil mexicana.

Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada seis personas en el planeta se siente sola. Entre 2014 y 2019 se registraron más de 871 mil muertes relacionadas con el aislamiento social. La soledad, advierte el organismo, no es solo un estado emocional: también puede ser mortal.

En México, las femcels —mujeres jóvenes que se identifican como “célibes involuntarias”— expresan rechazo hacia los estereotipos de belleza y los mandatos del cuerpo perfecto. A diferencia de los incels —hombres frustrados que canalizan su enojo en discursos misóginos—, las femcels suelen volcar su crítica hacia las presiones sociales y el malestar con ellas mismas.

Gracia señala que “estas comunidades no surgen del odio, sino del cansancio y la exclusión”. En redes, los jóvenes encuentran a otros que comparten su desencanto, pero esa conexión no siempre alivia la soledad; a veces la refuerza.

Una generación sin espacio fuera de la pantalla

El contraste con los viejos movimientos urbanos es evidente. En los años 2000, los emos se reunían en plazas, tocaban música, hablaban del dolor y la tristeza, pero compartían esos sentimientos cara a cara. Hoy, la soledad ocurre detrás de una pantalla.

El 31.1% de las mujeres jóvenes en México dice sentirse sola, frente al 20.2% de los hombres. Más de la mitad de quienes se sienten aislados aseguran tener menos amistades de las que quisieran, y los vínculos de amistad son los que más pesan en su sensación de soledad, por encima de la familia o el trabajo.

El problema no solo es emocional. La soledad prolongada afecta la salud mental, deteriora la empatía y debilita los lazos sociales. En un país donde la inseguridad limita la vida pública y el contacto humano se traslada a los algoritmos, la epidemia de la soledad parece avanzar sin freno.

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