La evolución de los balones del Mundial y la presentación del oficial para 2026
La FIFA anunciará próximamente el balón oficial que se utilizará en el Mundial 2026, torneo que se celebrará en Estados Unidos, México y Canadá. El anuncio genera gran expectativa, ya que marcará una nueva etapa en la historia de los balones mundialistas y será la última oportunidad de Lionel Messi de disputar una Copa del Mundo.
La historia de los balones en los Mundiales puede dividirse en tres grandes etapas, cada una marcada por avances técnicos y cambios estéticos vinculados a la identidad cultural de los países anfitriones.
Primeros balones: tradición y transición
Desde el primer Mundial en Uruguay 1930 hasta Inglaterra 1966, los balones eran fabricados principalmente con cuero y vejiga animal. Se trataba de modelos que demandaban cuidados especiales y provocaban incomodidad, pues el juego podía resultar peligroso por golpes y cortes. Durante ese periodo se produjo la transición del tiento —balón rudimentario— a balones con válvula y costura invisible, lo que mejoró la seguridad y el rendimiento.
La final de 1930 ejemplifica esta historia: Argentina y Uruguay disputaron los dos tiempos con balones distintos, acordados por sorteo, lo que generó una polémica que marcó el inicio de la evolución técnica de los balones. Entre los modelos más recordados de esta etapa están los que acompañaron a los Mundiales iniciales, cada uno con pequeñas innovaciones pero aún limitados por las posibilidades de la época.
Era Adidas y la revolución del diseño
En México 1970 debutó la Telstar, de Adidas, con su icónico diseño de 32 paneles blancos y negros, que marcó el inicio de una nueva era. Este diseño se mantuvo durante varias ediciones, incorporando innovaciones como la Tango Durlast (Argentina 1978), que se convirtió en un clásico hasta Francia 1998. Balones como la Azteca (México 1986), la Etrusco (Italia 1990) o la Tricolore (Francia 1998) destacaron no solo por la tecnología aplicada, sino también por reflejar la identidad del país anfitrión.
Innovación tecnológica y estética cultural
A partir del Mundial 2002 (Corea-Japón) la fabricación de balones experimentó un cambio radical. La Fevernova introdujo nuevas capas tejidas para mejorar el vuelo, iniciando una etapa marcada por innovación constante. La Teamgeist (Alemania 2006) redujo el número de paneles y eliminó costuras para mejorar precisión, mientras que la Jabulani (Sudáfrica 2010) redujo las hendiduras, generando vuelo impredecible y controversia entre jugadores.
La Brazuca (Brasil 2014) destacó por su control y estabilidad, mientras que la Telstar 18 (Rusia 2018) incorporó un microchip que permitió interacción tecnológica. La Al Rihla (Qatar 2022) combinó avances técnicos con un diseño inspirado en la cultura árabe, optimizando la precisión y estabilidad en vuelo.
Cada balón mundialista ha representado un avance técnico, una identidad cultural y una respuesta a la evolución del juego. El anuncio del balón para el Mundial 2026 cerrará este capítulo y dará inicio a una nueva etapa en la historia del fútbol.