Trump irrumpe en la final del US Open 2025 y Alcaraz recupera la cima del tenis mundial
La final masculina del Abierto de Estados Unidos 2025 tuvo un arranque atípico: en lugar de la tensión habitual de un gran duelo, miles de aficionados hicieron largas filas bajo el sol en Flushing Meadows, retenidos por estrictos controles de seguridad debido a la presencia del presidente Donald Trump en el Arthur Ashe Stadium.
El partido entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner comenzó con media hora de retraso y gradas aún semivacías. Algunos espectadores, molestos, atribuyeron el desorden al dispositivo presidencial. Dentro del estadio, cuando Trump apareció en las pantallas, se escuchó una mezcla de aplausos y abucheos, reflejo de la división política del país. El Servicio Secreto agradeció después la paciencia del público y reconoció que los filtros de seguridad prolongaron la espera.
Una vez iniciada la acción, el tenis se impuso a la política. Alcaraz, con apenas 22 años, volvió a demostrar por qué es considerado el heredero natural de la élite del deporte: venció en cuatro sets (6-2, 3-6, 6-1 y 6-4) a un combativo Sinner para levantar su segundo título en Nueva York y el sexto Grand Slam de su carrera. Con este triunfo, recupera el número uno del ranking mundial de la ATP, desbancando al italiano tras 65 semanas en la cima.
El murciano acumula en lo que va de 2025 siete títulos y 61 victorias, números que consolidan una temporada sobresaliente. Suma ahora 11,540 puntos, con una ventaja de 760 sobre Sinner. En el resto del top 10, Novak Djokovic asciende al cuarto lugar tras alcanzar semifinales, mientras que Taylor Fritz y Jack Draper ceden posiciones.
En la rama femenina, la bielorrusa Aryna Sabalenka sigue dominando el ranking WTA, con Iga Swiatek en la segunda posición. La sorpresa fue Amanda Anisimova, que escaló al cuarto puesto tras ser finalista en Nueva York.
La final de 2025 será recordada tanto por la victoria de Alcaraz, que volvió a reinar en el tenis mundial, como por el retraso y las incomodidades ocasionadas por el despliegue de seguridad. Un recordatorio de que, incluso en un templo del deporte, la política puede robarle protagonismo a la pelota.
