El pulso por un chip: la disputa entre China y Países Bajos frena a Nissan y Mercedes
Nissan y Mercedes-Benz encendieron las alarmas por una nueva crisis de suministro de semiconductores, consecuencia directa del enfrentamiento entre China y los Países Bajos por el control del fabricante neerlandés Nexperia. El conflicto, que comenzó como una pugna por la propiedad tecnológica, podría tener repercusiones globales para la industria automotriz, incluida la mexicana, una de las más integradas a las cadenas de producción de estas compañías.
Nexperia, fundada en los Países Bajos y adquirida en 2019 por la empresa china Wingtech, produce chips esenciales para el funcionamiento de vehículos modernos: sistemas de frenado, sensores, cámaras y unidades de control. En septiembre, el gobierno neerlandés decidió asumir el control parcial de la compañía, alegando riesgos de transferencia tecnológica hacia China. Pekín respondió prohibiendo la exportación de productos acabados desde las plantas chinas de Nexperia, lo que detuvo parte de la cadena de suministro global.
El resultado fue inmediato: fabricantes como Nissan y Mercedes comenzaron a advertir retrasos en la producción. “No es un asunto menor, es un gran problema”, admitió Guillaume Cartier, director de rendimiento de Nissan, durante el Japan Mobility Show en Tokio. El ejecutivo explicó que la empresa tiene asegurado el abasto solo hasta la primera semana de noviembre. Más allá de los proveedores principales, la falta de visibilidad en los niveles intermedios de la cadena —los llamados Tier 2 y Tier 3— agrava el panorama.
Por su parte, el director ejecutivo de Mercedes-Benz, Ola Källenius, señaló que la compañía busca alternativas en distintas regiones del mundo, aunque reconoció la dificultad de sustituir los componentes de Nexperia en el corto plazo. “Es incierto cómo evolucionará esta situación”, afirmó.
El conflicto amenaza con afectar la producción automotriz en distintas regiones, desde Europa hasta Sudamérica. En Brasil, un importante centro de manufactura para la región, funcionarios advierten que algunas plantas podrían detener operaciones en menos de un mes si no se restablece el flujo de chips. El gobierno brasileño ya inició conversaciones con China para intentar liberar los envíos.
En México, el riesgo también es alto. La industria automotriz representa casi una quinta parte de las exportaciones nacionales y depende de un flujo constante de semiconductores. Cualquier interrupción prolongada en las cadenas globales podría repercutir en plantas de ensamblaje en Aguascalientes, Puebla o Guanajuato, donde se fabrican modelos de Nissan, Mercedes y otras marcas afectadas por la falta de componentes electrónicos.
El nuevo conflicto se suma a un escenario global marcado por tensiones comerciales: los aranceles impuestos por Estados Unidos, las restricciones chinas a las tierras raras y la competencia por tecnologías críticas como la inteligencia artificial y los chips de alto rendimiento.
Aunque la crisis de 2021 dejó lecciones sobre la necesidad de diversificar el suministro, el caso Nexperia muestra que las vulnerabilidades persisten. El control político sobre una empresa clave en el ecosistema tecnológico puede tener consecuencias tan amplias como una guerra comercial.
La industria observa con cautela. Lo que empezó como una disputa entre La Haya y Pekín podría convertirse en una nueva ola de escasez que sacuda a los fabricantes de autos en todo el mundo, con México en el centro de esa red global que vuelve a ponerse en riesgo.
