Italia establece pago para visitar la Fontana di Trevi ante el turismo masivo
A partir del 1 de febrero, la icónica Fontana di Trevi en Roma, Italia, dejará de ser de acceso completamente libre. Los turistas que deseen aproximarse a la famosa fuente barroca deberán pagar una entrada de dos euros. Esta decisión, anunciada por el alcalde Roberto Gualtieri, tiene un objetivo claro: gestionar el impacto del turismo masivo que diariamente satura uno de los puntos más emblemáticos de la capital italiana.
La medida no busca ocultar el monumento, que seguirá siendo visible de forma gratuita desde los alrededores, sino ordenar el acceso directo a su base. La fuente, inmortalizada en la película «La Dolce Vita» y conocida por la tradición de lanzar monedas al agua, atrae a una multitud constante. Solo entre enero y diciembre de este año, casi nueve millones de personas visitaron el sitio, con un promedio de 30 mil visitantes diarios. Esta congestión perpetua ha creado problemas de aglomeración y seguridad, convirtiendo la zona en un foco para carteristas.
Estrategias para preservar el patrimonio en la era del turismo global
El cobro por acceso es parte de una estrategia más amplia en Italia para proteger su invaluable patrimonio cultural de los efectos del sobreturismo. Roma incluirá otros cinco sitios históricos en un sistema similar, con tarifas de hasta cinco euros. Esta no es una acción aislada; el Panteón ya implementó un cobro en 2023, y Venecia ha establecido una tasa de acceso para los visitantes de un día durante sus temporadas más concurridas.
Las autoridades calculan que el nuevo sistema para la Fontana di Trevi podría generar ingresos cercanos a los 6.5 millones de euros anuales, fondos destinados presumiblemente al mantenimiento y conservación del patrimonio. Los residentes de Roma estarán exentos del pago, y se establecerán dos filas: una para quienes compren su entrada en el lugar y otra para quienes la adquieran en línea con anticipación.
Esta iniciativa refleja un dilema universal que también resuena en México, un país igualmente bendecido con una vasta riqueza cultural y arqueológica. Desde las multitudes en Chichén Itzá hasta la presión sobre los ecosistemas de destinos como Cancún o Los Cabos, México enfrenta retos similares para equilibrar la derrama económica del turismo con la preservación integral de sus sitios. La experiencia italiana invita a una reflexión profunda: cómo proteger la autenticidad y la integridad de los legados históricos y naturales para las futuras generaciones, mientras se gestiona de manera sostenible su disfrute en el presente. El camino parece pasar por la innovación, la regulación consciente y la inversión de los recursos obtenidos directamente en la conservación, asegurando que estos tesoros no sean víctimas de su propio éxito.
