La bóveda que congela el futuro de la salud global

Un archivo invisible bajo cero
A –80 ℃, una sala criogénica de la Universidad de Zúrich alberga la Microbiota Vault: más de 1 200 muestras de microbiota humana y cerca de 200 de alimentos fermentados procedentes de todo el mundo. Inspirada en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, esta iniciativa suiza busca preservar la diversidad de bacterias, virus y hongos antes de que desaparezcan. El objetivo es recopilar al menos 10 000 muestras para 2029 como salvaguarda ante crisis sanitarias, ecológicas y climáticas.

El proyecto se basa en el enfoque One Health, que reconoce la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental. Almacenar microbios clave puede ser tan vital como conservar semillas: estos organismos regulan procesos como la digestión, el ciclo del carbono, la fertilidad del suelo y la captura de gases de efecto invernadero. Su erosión, impulsada por el uso masivo de antibióticos, dietas ultraprocesadas, partos por cesárea y la pérdida de contacto con la naturaleza, se ha vinculado al aumento de asma, alergias, diabetes tipo 1, trastornos metabólicos y alteraciones del estado de ánimo.

Preservar saberes y garantizar justicia científica
Durante su fase inicial la Microbiota Vault reunió muestras de países como Benín, Brasil, Etiopía, Ghana, Laos, Tailandia y Suiza, recogidas bajo protocolos estrictos para asegurar su integridad. Aunque hoy se custodia en Zúrich, se contempla su traslado a un entorno naturalmente frío, por ejemplo en Canadá, para protegerla ante cortes de energía o fallos técnicos.

Uno de los principios rectores del proyecto es la justicia científica. Las muestras siguen siendo propiedad de las comunidades donantes y su uso exige consentimiento explícito. Algunas secuencias se publican en bases de datos abiertas con licencias que reconocen a los investigadores originales y evitan la biopiratería. Además, la iniciativa documenta prácticas tradicionales de fermentación de pueblos indígenas y capacita a científicos de regiones con menor acceso a recursos tecnológicos, fomentando una colaboración global equitativa.

Aunque el alcance de las aplicaciones futuras aún es incierto, hay ejemplos que invitan al optimismo. Los trasplantes fecales ya tratan infecciones intestinales resistentes y en agricultura se experimenta con mezclas microbianas para mejorar la productividad del suelo sin pesticidas. En el combate del cambio climático se exploran bacterias que capturan metano o restauran suelos degradados. Con este archivo, los responsables de Microbiota Vault esperan disponer de un banco de recursos capaz de restaurar ecosistemas, desarrollar nuevos tratamientos y reforzar la seguridad alimentaria y ambiental ante los retos del siglo XXI.

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