Trump asegura que el paracetamol causa autismo, pese a desmentidos científicos
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encendió la polémica al declarar que el paracetamol —comercializado ampliamente como Tylenol— podría ser responsable del aumento de casos de autismo, especialmente cuando se consume durante el embarazo o en recién nacidos. Durante una conferencia oficial, repitió en varias ocasiones la frase: “No consuman Tylenol, no se lo den a los niños”.
Trump aseguró que el fármaco será etiquetado con advertencias en los puntos de venta y recomendó que solo se use en casos de “fiebre extrema” y bajo supervisión médica. Incluso hizo afirmaciones infundadas al comparar a países que, según él, no consumen paracetamol con bajas tasas de autismo, lo que desató una ola de críticas en la comunidad científica y médica.
La postura de Trump y su equipo
El mandatario, acompañado por su secretario de Salud, Robert Kennedy Jr., sostuvo que la situación constituye “una crisis terrible” en Estados Unidos, donde uno de cada 31 niños ha sido diagnosticado con trastorno del espectro autista, de acuerdo con datos oficiales de 2025. Tanto él como Kennedy han insistido en señalar a factores como las vacunas o el consumo de Tylenol como responsables, aunque sin presentar pruebas científicas que respalden esas afirmaciones.
Trump llegó a sugerir que la leucovorina, un medicamento usado en quimioterapia y como suplemento de ácido fólico, podría servir como tratamiento para el autismo, lo que generó aún más controversia.
La respuesta de la comunidad científica
De inmediato, asociaciones médicas y especialistas desmintieron los dichos del presidente. El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos subrayó que el paracetamol sigue siendo seguro en el embarazo y que los riesgos de no tratar enfermedades como la fiebre o el dolor son mucho mayores que un riesgo hipotético.
El epidemiólogo Eric Ding citó un estudio sueco con 2.4 millones de niños que no encontró relación entre el uso de paracetamol en el embarazo y el desarrollo de autismo. La investigación, realizada por la Universidad Drexel y el Instituto Karolinska, concluyó que los factores familiares explican las diferencias observadas en algunos análisis iniciales.
En la misma línea, el secretario de Salud británico, Wes Streeting, declaró que “no hay evidencia” que vincule al paracetamol con el autismo y pidió a la población confiar en la ciencia y en los médicos, no en declaraciones políticas.
Un medicamento bajo escrutinio
Aunque la mayoría de la evidencia científica respalda la seguridad del paracetamol, algunos estudios aislados —como uno de la Escuela de Medicina de Icahn del Mount Sinai— han planteado posibles vínculos entre su uso prenatal y ciertos trastornos del neurodesarrollo. Sin embargo, estos trabajos no son concluyentes y siguen en debate.
Por su parte, Kenvue, la farmacéutica responsable de Tylenol, rechazó con firmeza las declaraciones de Trump, calificándolas de infundadas y peligrosas. La empresa recordó que el medicamento lleva casi siete décadas en el mercado y es uno de los analgésicos de venta libre más usados en el mundo.
Un debate que toca fibras sensibles
El discurso de Trump refleja la tensión entre la política, la salud pública y la percepción social de las enfermedades. En Estados Unidos, el aumento de diagnósticos de autismo en los últimos 25 años se atribuye en gran medida a mejores herramientas de detección y a la ampliación del espectro diagnóstico. No obstante, la insistencia del presidente en señalar culpables como las vacunas o el paracetamol ha reforzado la desinformación.
En sus palabras más polémicas, Trump sentenció: “Tomar Tylenol no es bueno. Lo digo claramente. No es bueno”. Para la comunidad científica, esa declaración, sin respaldo de evidencia, no solo mina la confianza en la medicina, sino que puede poner en riesgo la salud de millones de mujeres embarazadas y niños al desalentar el uso de un medicamento que, hasta ahora, ha sido considerado seguro.