México, entre fortunas y pobreza estructural

México mantiene una desigualdad profunda que combina un crecimiento de grandes fortunas con niveles persistentes de pobreza. Según el Informe sobre la Desigualdad Global 2026, el 10% más rico concentra 71% de la riqueza del país y capta 59% del ingreso total, mientras que la mitad más pobre recibe apenas 8%. La desigualdad patrimonial es aún más marcada: el 1% más rico posee 38% de toda la riqueza. Entre 2014 y 2024, la brecha entre el 10% más rico y la mitad más pobre se redujo de 111 a 76 veces, un avance limitado que mantiene niveles “extremadamente altos”.

El contraste se refleja en los ingresos de los hogares. En 2024, el ingreso trimestral promedio por hogar fue de 81,920 pesos, pero el decil más pobre apenas alcanza 16,795 pesos, frente a 236,095 pesos del decil más rico, lo que significa que los más acomodados ganan 14 veces más que los menos favorecidos. Entre 2022 y 2024, la reducción de la brecha fue mínima, y la desigualdad de género persiste: los hombres ganan en promedio 13,000 pesos trimestrales más que las mujeres, diferencia que aumenta con la maternidad.

El 1% más rico tiene ingresos cercanos a 958,777 pesos al mes, mientras que el 10% más pobre sobrevive con apenas 2,168 pesos mensuales, una diferencia de 442 veces. Aunque los ingresos de los hogares pobres crecieron 29% entre 2018 y 2024, los de los más ricos aumentaron diariamente en cifras que superan ampliamente lo que perciben los más vulnerables en semanas.

Además de la desigualdad de ingresos, millones de personas enfrentan barreras para acceder a educación, salud y vivienda digna. En los hogares más pobres, más de un tercio del ingreso se destina a renta, dejando un margen muy limitado para alimentación y transporte. Mientras la población millonaria sigue creciendo, el país enfrenta el desafío de reducir la brecha y garantizar que los beneficios del crecimiento económico alcancen a un mayor número de mexicanos.

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