Salario mínimo dobla su poder de compra, pero la mesa sigue corta: radiografía del bolsillo mexicano 2018-2025
En teoría, este aumento sostenido debería haberse traducido en un alivio tangible para millones de trabajadores. Las cifras oficiales indican que el salario mínimo ha superado sistemáticamente a la inflación y que hoy permite comprar más del doble de lo que compraba al inicio del sexenio. Sin embargo, esta narrativa contrasta con una percepción social cada vez más extendida: el dinero no alcanza, la comida está más cara y los gastos fijos asfixian a las familias.
¿Dónde está entonces la desconexión? ¿Por qué si el salario ha mejorado en los libros, la sensación en la calle es de ahogo económico? La respuesta está en una serie de factores estructurales y cotidianos que no siempre se reflejan en los indicadores macroeconómicos, pero que definen con precisión el malestar del bolsillo mexicano.
Panorama económico
Entre diciembre de 2018 y enero de 2025 el salario mínimo general pasó de 88.36 a 278.80 pesos diarios, un salto nominal de 216 % impulsado por seis incrementos consecutivos acordados por la Conasami
En el mismo lapso la inflación acumulada fue cercana a 41 % (2.83 % en 2019; 3.15 % en 2020; 7.36 % en 2021; 7.82 % en 2022; 4.66 % en 2023; 4.21 % en 2024 y 4.42 % anual a mayo de 2025)
A primera vista, el salario mínimo le “gana” a los precios: cada peso ganado en 2025 compra un 124 % más que su equivalente en 2018.
El punto ciego de las estadísticas
Pero la canasta alimentaria —la línea oficial de pobreza extrema por ingresos— casi se duplicó en el mismo periodo:
| Año | Canasta alimentaria urbana (mensual por persona, MXN) |
|---|---|
| Dic-2018 | 1 556.24blog.coneval.org.mx |
| Dic-2023 | 2 269.57blog.coneval.org.mx |
| Dic-2024 | 2 363.67blog.coneval.org.mx |
Al convertir el salario mínimo a ingreso mensual (día × 30.4), un trabajador podía adquirir 1.7 canastas en 2018; en 2024 ya compra 3.2, y con el alza de 2025 llegará a 3.4. Sin embargo, una familia típica de cuatro integrantes necesitaría alrededor de 9 900 pesos para cubrir solo la parte alimentaria en 2025, mientras el ingreso mínimo familiar sería de 8 476 pesos. La aritmética mejora, pero sigue faltando entre 1 400 y 1 800 pesos para cubrir la comida básica cada mes.
¿Por qué el dinero “no alcanza” si las cifras mejoran?
-
Inflación personal > inflación promedio. Alimentos frescos, renta, gas LP y transporte —rubros con mayor peso en los hogares de menores ingresos— encarecieron muy por encima del INPC general.
-
Rentas y servicios presionan el presupuesto. En zonas urbanas, alquileres subieron 25-35 % desde 2020; el recibo de luz acumula alzas por encima de la inflación desde 2022.
-
Salarios fuera del mínimo se rezagan. Dos tercios de los asalariados perciben sueldos superiores al mínimo, pero sus ajustes dependen de convenios o del patrón y rara vez igualan el ritmo de 20 % anual que sí recibió el mínimo.
-
Informalidad y crédito caro. Más de la mitad de la fuerza laboral es informal; ahí los aumentos legales se trasladan con rezago o nunca llegan. El uso de tarjetas y compras a plazos con tasas de 50-70 % engulle buena parte del ingreso disponible.
-
Efecto psicológico. Ver precios subir cada quincena genera percepción de pérdida: la inflación es diaria y visible; los aumentos salariales, anuales e intangibles.
La dimensión política
El gobierno saliente reivindica la “recuperación histórica” del salario mínimo como su mayor logro distributivo; la presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido que en 2028 cada jornal cubrirá 2.5 canastas básicas por trabajador . No obstante, el pacto de noviembre de 2024 para topar la canasta básica familiar en 910 pesos —medida que beneficia a 24 productos, no a toda la alimentación— evidencia que Palacio Nacional reconoce la brecha entre el discurso macro y el anhelo en el supermercado .
La oposición, por su parte, denuncia que el “éxito salarial” oculta la precariedad estructural: 6 de cada 10 empleos son informales, la productividad estancada limita ajustes en el resto de la escala salarial y el fisco subsidia parte del esfuerzo vía devoluciones de ISR a las microempresas.
En síntesis
Sí: el salario mínimo nunca había subido tan rápido ni había recuperado tanto poder adquisitivo.
También es cierto: la vida cotidiana sigue encareciéndose más rápido de lo que el bolsillo percibe, porque la batalla se libra en productos básicos, vivienda y servicios donde los precios corren solos y los sueldos —salvo el mínimo legal— trotan detrás.
Lo económico ofrece números alentadores; lo político deberá responder a una ciudadanía que ya no compara gráficas, sino tickets de compra.
