Gaza: dos años de asedio, hambre y desesperanza

Han pasado dos años desde el inicio de la ofensiva israelí en Gaza, y la Franja se ha convertido en un territorio irreconocible. Más de dos millones de personas viven bajo un asedio implacable que ha destruido hogares, escuelas, hospitales y tierras de cultivo. La población civil, agotada y hambrienta, sobrevive entre ruinas, desplazamientos forzosos y la pérdida constante de seres queridos.

Los bombardeos no cesan. Las calles, antes llenas de vida, son ahora pasillos de polvo y silencio. Las escuelas se han transformado en refugios abarrotados y las tierras agrícolas en campos estériles, contaminados por explosivos. El hambre se ha vuelto tan mortal como las bombas: Naciones Unidas ha declarado la hambruna en la Ciudad de Gaza, mientras los suministros humanitarios permanecen bloqueados.

La UNRWA, agencia de la ONU para los refugiados palestinos, advierte que el 78% de la infraestructura de Gaza está destruida o dañada. Cerca de 1.9 millones de personas —la casi totalidad de la población— han sido desplazadas varias veces. “En Gaza no hay ningún lugar seguro”, repite una y otra vez la gente que huye sin destino, cargando apenas con lo que puede sostener.

Las escenas se repiten: familias separadas, ancianos caminando sin ayuda, niños marcados por traumas que los acompañarán toda su vida. Los refugios improvisados están desbordados, y quienes llegan no encuentran tiendas, colchones ni agua. “Dormimos directamente en el suelo. Nuestros hijos arriesgan la vida por una jarra de agua”, relata una madre desplazada.

A pesar del colapso, los 12 mil trabajadores de la UNRWA en Gaza continúan brindando atención médica, apoyo psicológico y distribución de agua y alimentos, aun cuando ellos mismos han perdido a familiares y hogares. Su esfuerzo es la última línea de esperanza en una tierra devastada.

Dos años después, Gaza es el retrato más crudo del fracaso moral del mundo. Las bombas y el hambre están destruyendo no solo una ciudad, sino los valores más elementales del derecho internacional humanitario. Cada día es una nueva herida abierta ante los ojos del planeta.

La comunidad internacional tiene aún una última oportunidad de actuar. Levantar el asedio, permitir el ingreso urgente de ayuda humanitaria y exigir un alto el fuego inmediato no es solo un imperativo político: es un deber humano. Porque la vida y la dignidad del pueblo de Gaza importan, y ya no pueden esperar más.

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revolucionaguascalientes@gmail.com

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