Obesidad en México: una amenaza creciente para 2030

En México, cerca de 46 millones de adultos viven con obesidad, según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). Esto representa el 37% de la población, y de no fortalecerse las medidas de prevención, para 2030 la cifra podría llegar al 45%, casi la mitad de los adultos del país.

El exceso de peso se ha convertido en una bomba de tiempo para la salud pública: está vinculado al 43% de los casos de diabetes tipo 2, hasta el 78% de la hipertensión y a más de 13 tipos de cáncer. También reduce la esperanza de vida entre cinco y quince años. En adolescentes, la situación es igualmente grave: más del 38% presenta sobrepeso u obesidad.

De acuerdo con el INSP, la dieta mexicana ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. La alimentación basada en maíz, legumbres y frutas frescas fue desplazada por productos ultraprocesados ricos en azúcar, grasa y sal. En 2016, casi una cuarta parte de la energía total provenía de estos alimentos, mientras que las bebidas azucaradas se consolidaron como la principal fuente de azúcares añadidos. Los hombres que consumen más bebidas industrializadas tienen más del doble de probabilidades de desarrollar obesidad.

La doctora Elizabeth Pérez Cruz, de la Clínica de Obesidad del Hospital Juárez, advierte que “no basta con bajar de peso, hay que tratar los riesgos metabólicos”. Hoy se prioriza la composición corporal más que el peso total, pues una persona con Índice de Masa Corporal normal también puede acumular grasa visceral en niveles peligrosos.

El presidente del Colegio Mexicano de Nutriólogos, Edwin Enrique Martínez Leo, señala que México necesita un modelo de atención interdisciplinario. “No te puede atender cualquier médico ni cualquier nutriólogo; la obesidad es multifactorial y requiere especialistas”, afirma.

El impacto económico de la obesidad supera los 240 mil millones de pesos anuales, considerando gastos médicos, pérdida de productividad y muertes prematuras. Aunque existen medidas como el impuesto a bebidas azucaradas, el etiquetado frontal y la prohibición de comida chatarra en escuelas, la inversión pública es mínima: apenas 5.3 pesos por persona con obesidad.

El INSP advierte que, con políticas sostenidas, educación alimentaria y atención médica temprana, México podría evitar que la epidemia alcance cifras históricas antes de 2030. Pero sin prevención desde la infancia, el país seguirá enfrentando una enfermedad que, más que de talla, es de vida.

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