Comunidad tsotsil de Tzajalch’en alerta posible masacre: acusan amenazas, violencia estatal y complicidad criminal
“Tememos un ataque armado o una probable masacre por parte de los grupos criminales que actúan en esta zona”, declararon las autoridades comunitarias durante una jornada ecuménica de oración celebrada el 14 de junio, convocada tras las agresiones sufridas los días 8 y 9 del mismo mes.
El 8 de junio, se escucharon múltiples disparos provenientes de una zona boscosa a unos 400 metros de la escuela y la iglesia católica de la comunidad. Poco después, un grupo de hombres armados se movilizó hacia el lugar de los disparos, generando alarma entre la población. La Guardia Nacional y el Ejército llegaron posteriormente al sitio, pero los hechos de violencia no cesaron.
El 9 de junio, personal de la Fiscalía Indígena de los Altos de Chiapas y elementos de las Fuerzas de Reacción Inmediata Pakal (FRIP) acudieron a la comunidad para, supuestamente, investigar los hechos. Sin embargo, las autoridades comunitarias y un integrante de la organización pacifista Las Abejas de Acteal denunciaron que, en lugar de protección, recibieron amenazas y agresiones físicas.
“Nos pidieron que los acompañáramos a investigar, pero todo fue una simulación. En el camino, personal de la Fiscalía y los pakales nos amenazaron, nos golpearon y nos acusaron falsamente de ser secuestradores”, señalaron los representantes de Tzajalch’en, quienes responsabilizan directamente a las autoridades estatales de criminalizar a la comunidad.
Además de la violencia directa, denunciaron el saqueo de pertenencias —cinco celulares y dos radios portátiles— y acusaron a los cuerpos de seguridad de fomentar el consumo de drogas, promover el robo y de generar un clima de hostigamiento que busca anular la organización comunitaria y sus formas de autogobierno.
Frente a este panorama, exigieron al gobierno federal y estatal actuar de inmediato para detener la violencia, proteger a las autoridades comunitarias y poner fin a la colusión entre el crimen organizado y fuerzas institucionales. “El peligro en Tzajalch’en es real y latente. No permitiremos que nuestras voces sean silenciadas con armas ni con mentiras”, advirtieron.


