“Nos ponían a pelear por comida y nos arrojaban a los cerdos”: sobrevivientes revelan horrores en rancho de Teuchitlán

El rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, ha sido identificado como un centro de exterminio operado por el crimen organizado desde al menos 2012. Indira Navarro, líder del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, reveló que este sitio no solo sirvió como campo de reclutamiento forzado, sino también como un lugar de torturas extremas y ejecución de personas. Según los testimonios recabados, se estima que al menos 1500 personas fueron asesinadas en el transcurso de tres años.

Testimonios desgarradores: tortura con cerdos y peleas por comida

Navarro dio a conocer el testimonio de una joven que logró escapar del rancho y que se comunicó con ella en la madrugada del martes. La mujer describió un ambiente de horror absoluto, donde los secuestrados eran obligados a pelear por comida y sometidos a castigos brutales.

“Nos ponían a pelear entre nosotros, quien no aguantaba los golpes se quedaba sin comer. Había días en que no nos daban nada y solo nos miraban sufrir”, relató la sobreviviente.

Uno de los castigos más atroces consistía en arrojar a las víctimas desnudas en un corral donde había cerdos hambrientos.

“Había jóvenes que no soportaban más, lloraban en la noche y los aventaban ahí. Los cerdos te arrancaban en pedazos, te comían poco a poco”, afirmó la testigo, quien describió el horror de ver a sus compañeros ser devorados vivos.

Otro testimonio anónimo recogido por el colectivo confirmó esta práctica y añadió que los secuestradores usaban la amenaza de los cerdos como una forma de control psicológico.

“Si alguien intentaba escapar, lo primero que hacían era tirarlo con los cerdos como advertencia para los demás. A veces los dejaban agonizando para que viéramos lo que nos esperaba si desobedecíamos”, aseguró otra víctima que logró huir.

Tráfico de órganos y hornos clandestinos

Las víctimas no solo eran torturadas y asesinadas, sino que muchas de ellas fueron utilizadas en tráfico de órganos. Según los testimonios, médicos visitaban el rancho para extraer órganos de los secuestrados antes de asesinarlos.

“Nos contaron que los obligaban a tumbarse en camillas improvisadas. Llegaban doctores que les sacaban órganos sin anestesia. Algunos morían en el proceso, a otros los remataban después”, explicó Indira Navarro.

Además, se descubrieron hornos clandestinos donde los cuerpos eran incinerados.

“Nos dijeron que les obligaban a cavar hoyos, poner planchas de piedra y ladrillo, y luego echaban cuerpos seccionados. Prendían fuego y dejaban que todo se redujera a cenizas”, añadió la activista.

El colectivo encontró prendas de ropa, esposas y otros objetos en el rancho, lo que contradice la versión inicial de las autoridades, que aseguraban no haber hallado evidencia de los crímenes.

Complicidad de autoridades y respuesta tardía

Navarro también denunció que el rancho operó durante más de una década con la aparente complicidad de algunas autoridades.

“Las autoridades sabían lo que pasaba ahí, pero no hicieron nada. No quiero decir nombres aún, pero hay colusión. No se puede entender de otra manera que este lugar haya operado durante tantos años sin ser descubierto”, señaló la líder del colectivo.

Pese a la presión ejercida por los activistas, en un primer momento la fiscalía estatal minimizó la denuncia y aseguró que no había indicios de actividad criminal en el rancho. Sin embargo, tras una segunda intervención y la exposición de las pruebas encontradas, finalmente asumieron el caso.

“Las autoridades mienten sobre lo que realmente sucede en ese lugar. No querían verlo, pero nosotros encontramos las prendas, los zapatos, las esposas y otros objetos. Era claro que todo estaba ahí”, afirmó Navarro.

Un campo de exterminio en pleno México

El caso del rancho Izaguirre pone en evidencia la crisis de violencia y desapariciones que azota a México. Organismos de derechos humanos han exigido una investigación exhaustiva y el castigo a los responsables.

“Esto no es solo un campo de reclutamiento, es un lugar de exterminio. No podemos quedarnos callados”, declaró Navarro.

La activista enfatizó la urgencia de que el gobierno actúe con determinación para evitar que más jóvenes sigan siendo víctimas de estos grupos criminales.

“No estamos haciendo esto por seguidores o por fama, lo hacemos porque necesitamos que el mundo vea lo que está pasando. Es inadmisible lo que está ocurriendo en nuestro país”, concluyó.

Mientras las investigaciones avanzan, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco seguirá luchando por visibilizar los abusos y exigir justicia para las víctimas.

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