¿Qué tan limpio es el aire dentro de un avión? Un estudio aclara dudas

Una investigación de la Universidad Northwestern analizó mascarillas usadas en aviones y hospitales para entender qué microbios circulan en espacios cerrados con alta afluencia. El hallazgo central fue simple y tranquilizador: la mayor parte de los microorganismos proviene de la piel humana y la presencia de patógenos es mínima.

Un aire menos peligroso de lo que se pensaba
El equipo estudió más de 400 especies microbianas atrapadas en mascarillas utilizadas durante vuelos nacionales e internacionales, así como en turnos hospitalarios. Las comunidades encontradas fueron casi idénticas en ambos ambientes, dominadas por bacterias inofensivas ligadas al contacto humano. La baja presencia de patógenos contrastó con temores muy extendidos desde la pandemia.

Los investigadores señalaron que las personas son la principal fuente de microbios en interiores; cada individuo deja un rastro microscópico en los lugares que ocupa. Este comportamiento explica por qué aviones y hospitales muestran perfiles tan parecidos. También se detectaron genes asociados a resistencia a antibióticos, algo común en espacios habitados, sin representar un riesgo directo.

Mascarillas como herramienta científica
La primera idea del proyecto era analizar filtros HEPA de los aviones, pero los altos costos y los procedimientos técnicos lo volvieron inviable. Las mascarillas surgieron como opción accesible: recogen partículas del aire de manera constante y permiten registrar lo que verdaderamente flota alrededor de las personas.

El análisis se centró en microbios del aire y no en los procedentes de la respiración. Por limitaciones técnicas se identificaron sobre todo bacterias, aunque los investigadores explicaron que, en interiores, los virus suelen ser menos abundantes que las bacterias desprendidas de la piel.

El estudio recordó que el contagio no depende solo del aire: el contacto directo y las superficies comunes siguen siendo vías relevantes. Por eso, la higiene de manos continúa siendo clave, especialmente en temporadas frías donde aumentan las reuniones en interiores.

La investigación abre la puerta a tecnologías de monitoreo más accesibles, capaces de medir la calidad del aire en tiempo real en lugares como escuelas, aeropuertos o centros de trabajo. Para México, donde millones de personas viajan cada año y pasan horas en espacios cerrados, contar con información clara sobre el aire que se respira ayuda a tomar decisiones más informadas en temporadas de mayor circulación viral.

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