El tren de levitación magnética que podría transformar el transporte y reducir los vuelos
China ha dado un paso importante en el desarrollo del tren de levitación magnética más veloz del mundo, alcanzando velocidades de hasta 600 km/h. Este avance podría redefinir los trayectos terrestres y reducir significativamente la necesidad de vuelos de corto alcance. El nuevo modelo, presentado en Pekín, combina tecnología china con conocimientos europeos, especialmente alemanes, en sistemas de alta velocidad. Su potencial no se limita al récord de velocidad, sino al impacto que puede tener en la forma de viajar en el futuro cercano.
La tecnología maglev permite que el tren flote a unos milímetros del riel utilizando fuerza magnética, eliminando el contacto físico, el ruido mecánico y el desgaste, lo que mejora la eficiencia y reduce la contaminación. El sistema electromagnético o electrodinámico utilizado crea una suspensión que mantiene al tren elevado, mientras otros imanes lo impulsan hacia adelante. Este diseño reduce drásticamente la fricción, uno de los mayores límites para los trenes convencionales, y proporciona una experiencia más silenciosa y estable para los pasajeros.
Uno de los principales retos para operar estos trenes a alta velocidad es el fenómeno conocido como “tunnel boom”, una onda de choque que se genera cuando el tren sale de un túnel a gran velocidad, generando vibraciones y ruidos que pueden afectar a personas, animales y estructuras cercanas. Los ingenieros chinos han desarrollado un sistema de amortiguadores acústicos porosos colocados en la entrada de los túneles que reducen estas ondas hasta en un 96%, gracias a su capacidad de permitir el escape del aire comprimido antes de que el tren emerja del túnel.
Desde 2004, China opera un tren maglev entre el aeropuerto de Pudong y las afueras de Shanghái, basado en tecnología alemana. Aunque su uso ha sido limitado principalmente a viajeros extranjeros, el país ha enfocado sus esfuerzos en expandir su red de trenes de alta velocidad convencionales, que ya es la más extensa del mundo con 48,000 km. Sin embargo, el interés por el maglev ha resurgido con fuerza bajo la empresa estatal CRRC, con la mira puesta en unir ciudades clave como Pekín y Shanghái en apenas dos horas y media, reduciendo a la mitad el tiempo actual del tren convencional y compitiendo directamente con los vuelos nacionales.
El costo del boleto de tren en China es considerablemente más bajo que el de los vuelos, y la huella de carbono del tren es siete veces menor que la de un avión en distancias similares, lo que lo posiciona como una alternativa clave en la transición hacia una movilidad más limpia.
En contraste, Estados Unidos ha cancelado recientemente uno de sus proyectos más ambiciosos en este campo. La administración del presidente Donald Trump retiró más de 26 millones de dólares destinados al proyecto de un tren maglev entre Baltimore y Washington D.C., alegando falta de viabilidad técnica y financiera. Esta decisión también interrumpió el estudio ambiental necesario para obtener los permisos de construcción.
El proyecto buscaba unir ambas ciudades en menos de 15 minutos, pero las autoridades consideraron que la ruta ya estaba bien cubierta por otros servicios ferroviarios y carreteras, y que los ingresos esperados no justificarían los altos costos operativos y de infraestructura. Expertos en transporte señalaron que existen proyectos ferroviarios más prioritarios en el país, como la modernización del corredor noreste.
Mientras tanto, Japón también apuesta por el desarrollo de trenes de levitación magnética. El Chuo Shinkansen, que conectará Tokio y Osaka a través de Nagoya a 505 km/h, busca reducir el trayecto actual de 2.5 horas a tan solo 67 minutos. Aunque inicialmente se esperaba su apertura parcial en 2027, ha sufrido retrasos y no cuenta aún con una fecha definitiva de inauguración.
El avance chino no solo pone a prueba los límites de la ingeniería ferroviaria, sino que también establece un nuevo estándar para el transporte terrestre. Si estos trenes logran implementarse en otras regiones del mundo, como Europa o América Latina, podrían redefinir las distancias y transformar la forma en que entendemos el viaje moderno, sustituyendo vuelos cortos por trayectos limpios, rápidos y eficientes sobre rieles.
