Desarrolla la inteligencia intuitiva en contextos organizacionales

  • La inteligencia intuitiva se puede definir como la capacidad de aprender habilidades y resolver problemas de manera inconsciente.

 

Jeff Bezos, dueño de Amazon, ha comentado que se considera un “pensador sistemático e intuitivo” porque sus mejores decisiones han estado basadas más en la parte intuitiva que en el análisis racional de las mismas. Por ello, es importante conocer sobre la inteligencia intuitiva y cómo desarrollarla.

 

La inteligencia intuitiva se puede definir como la capacidad de aprender habilidades y resolver problemas de manera inconsciente. El entorno al que nos enfrentamos los seres humanos día a día nos brinda información que el cerebro analiza desde dos partes: una racional y otra más intuitiva. La parte intuitiva permite mirar las situaciones desde una perspectiva más holística ante escenarios confusos o caóticos, lo que facilita la toma de decisiones bajo estas circunstancias.

 

Esta inteligencia permite al cerebro usar la información adquirida de forma sensorial y contextual, integrada mediante mecanismos sensoriales o de percepción. Sin embargo, en ocasiones, la inteligencia intuitiva puede ser malinterpretada, como al creer en elementos mágicos o místico o al suponer que la intuición es correcta en la mayoría de las veces. En realidad, la interacción de la intuición con la racionalidad suele proporcionar un equilibrio que mejora la toma de decisiones.

 

En nuestras sociedades, la mente analítica se desarrolla con mayor frecuencia mediante la resolución de problemas, lo que activa el pensamiento racional y analítico, un método comúnmente empleado en las escuelas. No obstante, ciertas decisiones estratégicas no requieren de análisis o de pensarlas exhaustivamente ya que no existe un análisis o un proceso que garantice el resultado, sino de “sentir” hacia dónde deberían conducirnos esas decisiones.

 

Al igual que otras formas de inteligencia, la intuición también debe desarrollarse, ya que funciona de manera similar a un músculo del cuerpo que necesita ser fortalecido. La experiencia es un elemento que la alimenta y desarrolla, porque el conocimiento acumulado a largo plazo brinda la información que facilita la toma de decisiones, aunque a veces puede jugar en nuestra contra. Sin embargo, contar con la información no es suficiente; se requiere retroalimentación o feedback para evaluar si las decisiones tomadas fueron correctas o no. Reflexionar conscientemente y juzgar nuestras decisiones bajo este esquema es fundamental para mejorar la toma de decisiones intuitivas.

 

Otra parte importante es trabajar en la autoconciencia, es decir, conectar con nuestro cuerpo, con las emociones y sensaciones que de él se desprenden. ¿Alguna vez has sentido que no debes comer algo, pero lo haces y luego te sientes mal o te enfermas? En este ejemplo, es posible que tu cuerpo te haya advertido que el alimento no estaba bien; quizás tu olfato lo percibió. Desde la razón, no se percibe como una amenaza, pero tu cuerpo observa algo más y te lo deja saber con las sensaciones. Escuchar a tu cuerpo ayuda a desarrollar la intuición; no es algo mágico, simplemente es permitir que la información sutil que recibe tu cuerpo te guíe en la toma de ciertas decisiones. Lo que en inglés se le conoce como el “gut feeling”.

 

En este punto, vale la pena recordar que la intuición no es infalible; como cualquier herramienta, tiene sus limitaciones, incluso cuando está desarrollada. La intuición es poderosa en procesos creativos y en la toma de decisiones bajo condiciones de incertidumbre, que se asemeja mucho a los escenarios de decisiones estratégicas. Sin embargo, cuando existen procesos analíticos bien diseñados, herramientas estadísticas u otras tácticas, la intuición complementa estas metodologías de manera armónica, convirtiéndose en una herramienta más para tomar decisiones informadas.

 

Hombres y mujeres en posiciones directivas utilizan la intuición de manera similar en sus decisiones empresariales, de acuerdo con autores como John Hayes y Christopher Allinson (2004), mientras que las mujeres que no ocupan cargos directivos tienden a utilizar herramientas analíticas con mayor frecuencia. Por su parte, Christian Le Gousse e Isabelle Bouty (2024) señalan que, en puestos directivos, la intuición se emplea como herramienta inicial, seguida por la búsqueda de evidencias racionales que la validen y convencer a otros en la empresa.

 

Desarrollar nuestra intuición es como construir una brújula interna que puede guiarnos y ayudarnos a tomar decisiones difíciles. Por eso, Salk menciona que “la intuición le dirá a la mente pensante dónde buscar lo siguiente”.

Fuente: forbes

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