Revelaciones de archivos desclasificados: México, la CIA y la conspiración detrás del asesinato de Kennedy
Aunque la orden de desclasificación emitida por el expresidente Donald Trump no ofrece una prueba directa de que la CIA orquestó el magnicidio de Kennedy, sí confirma que México fue una pieza clave en la red de espionaje de la agencia estadounidense. Durante años, el gobierno mexicano sirvió como un brazo encubierto de Washington, permitiendo que la inteligencia estadounidense operara en su territorio con total impunidad.
El eslabón mexicano en la conspiración de Kennedy
Uno de los puntos más explosivos revelados en estos documentos es el papel que jugó la CIA en el seguimiento del supuesto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, durante su visita a la Ciudad de México seis semanas antes del atentado. Agentes estadounidenses, con apoyo del gobierno mexicano y de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), rastrearon, fotografiaron y grabaron a Oswald mientras mantenía reuniones en las embajadas de Cuba y la Unión Soviética.
Este hecho ha alimentado por años la teoría de que la CIA no solo tenía conocimiento previo del atentado, sino que, o bien permitió que ocurriera, o estuvo directamente involucrada en su ejecución. ¿Cómo es posible que una agencia de inteligencia con acceso a información privilegiada no haya prevenido el asesinato del presidente? ¿Por qué estos documentos siguieron ocultos por décadas?
El periodista Jefferson Morley, quien ha investigado el asesinato de Kennedy durante 30 años, advierte que la relación entre la CIA y México fue mucho más profunda de lo que se pensaba. “Los mexicanos brindaron la infraestructura, el personal y la gente que estaba escuchando las comunicaciones. Así de cercana era la relación”, explicó en entrevista con La Jornada.
Silencio y censura: ¿qué oculta la CIA?
A pesar de las promesas de transparencia, más de 3,000 documentos relacionados con el caso siguen sin ser divulgados en su totalidad. La excusa oficial es que su contenido podría afectar la seguridad nacional y las relaciones diplomáticas con México. Pero, ¿qué tan grave es la información que contienen?
El juez John R. Tunheim, quien encabezó la Junta de Evaluación sobre Asesinatos creada por el Congreso de Estados Unidos en los años 90, sostiene que la CIA ha utilizado el argumento de la confidencialidad para encubrir su participación en múltiples operaciones clandestinas. “El carácter de esa cooperación con México era considerado ‘sensible’ en los años 90, pero no veo ninguna razón para que siga siéndolo hoy”, señaló Tunheim.
La negativa de Washington a liberar estos archivos ha mantenido viva la especulación. La película JFK de Oliver Stone obligó al Congreso estadounidense a aprobar en 1992 una ley para transparentar los documentos del caso, lo que llevó a la publicación de casi un millón de archivos adicionales. Sin embargo, la CIA bloqueó la divulgación total en 2017, manteniendo censurada información clave.
El expresidente Trump, bajo la presión de figuras como Tucker Carlson y Robert Kennedy Jr., aprobó la desclasificación total, incluyendo documentos sobre el asesinato de su hermano Robert F. Kennedy y del líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr. Esta decisión reabrió la discusión sobre la posibilidad de que estos crímenes estuvieran conectados y fueran parte de una purga política ejecutada desde el poder.
¿Podría México exigir la verdad?
México podría desempeñar un papel clave en la revelación total de estos documentos. Dado que la CIA operó en territorio mexicano con conocimiento y complicidad del gobierno, es probable que algunos de estos archivos también se encuentren en los registros nacionales.
El investigador Morley plantea una pregunta crucial: “Si la presidenta Claudia Sheinbaum dijera ‘Queremos saber la verdad; esta es nuestra historia también. Por favor, desclasifiquen esos documentos’, ¿qué respondería Washington?”.
El gobierno de Sheinbaum ha impulsado la desclasificación de documentos sobre la guerra sucia de los años 70, lo que abre la posibilidad de que también se indague sobre la colaboración entre la CIA y los gobiernos mexicanos en décadas anteriores. Sin embargo, hasta ahora, ningún presidente mexicano ha tenido la voluntad política de desafiar a Estados Unidos en este tema.
La CIA y la manipulación de la verdad
A medida que más documentos salen a la luz, la narrativa oficial sobre el asesinato de Kennedy se vuelve cada vez más insostenible. Morley es contundente: “El peso de la evidencia sugiere que el presidente fue asesinado por enemigos dentro de su propio gobierno que tenían la capacidad de manipular la narrativa y culpar a otro. Esa es una técnica clásica de inteligencia”.
Esto no es solo historia, sino un patrón que se ha repetido a lo largo del tiempo. La propia CIA ha admitido en documentos desclasificados que, en ocasiones, sus informes contienen información falsa o manipulada para servir a sus intereses. Como lo advierte Fulton Armstrong, ex agente de inteligencia de la Casa Blanca: “Solo porque algo está en un documento oficial no significa que sea cierto, especialmente si fue producido por una agencia que prioriza la conveniencia sobre la verdad”.
El legado de una conspiración no resuelta
A más de 60 años del asesinato de John F. Kennedy, la verdad sigue oculta bajo capas de secretos, censura y encubrimientos. La negativa de la CIA a liberar toda la información no hace más que alimentar las sospechas de que la historia oficial no es más que una cortina de humo.
El papel de México en este entramado de espionaje, traición y conspiración es una pieza clave que aún falta por desenredar. La pregunta que sigue sin respuesta es: ¿hasta dónde llega la complicidad del gobierno mexicano en uno de los asesinatos políticos más impactantes del siglo XX?