Ritual maya honra a la abeja melipona y refuerza la protección de la biodiversidad en la Riviera Maya
Dos veces al año, comunidades mayas de la Riviera Maya realizan un antiguo ritual para agradecer a las abejas meliponas, especie nativa sin aguijón que ha sido fundamental en su cosmovisión, salud y cultura. Esta ceremonia, considerada patrimonio vivo de México, se lleva a cabo en julio y diciembre, y tiene como epicentro el meliponario del parque Xel-Há, donde visitantes pueden presenciar el Festival de la Abeja Melipona.
La ceremonia inicia con música tradicional y humo de copal que guía hasta el santuario de las abejas. Ahí, un astrólogo y un sacerdote maya ofician el ritual en lengua ancestral para pedir por la salud de las abejas y el bienestar de la comunidad. Posteriormente, se abre con cuidado cada jobón, tronco hueco donde habitan las colmenas, y se recolecta una pequeña porción de miel, dejando el resto para que la colmena se regenere. Este proceso puede extenderse durante varios días, en un ejercicio de respeto profundo por el ciclo de la vida.
La abeja melipona, conocida como Xunaan-Kab, está estrechamente relacionada con el dios Ah Mucen Kab, deidad de la miel. Su néctar, de sabor y textura diferente al de la abeja europea, tiene propiedades nutritivas, antibacterianas y medicinales. Desde tiempos prehispánicos, las abejas fueron símbolo de organización, trabajo colectivo y equilibrio natural. En códices antiguos se pueden observar representaciones de su importancia dentro de la vida espiritual y cotidiana maya.
Conservación y educación en ecosistemas sagrados
El festival no solo promueve la cultura maya, sino también refuerza la conciencia ambiental en una región de altísima biodiversidad. La Riviera Maya alberga ecosistemas donde conviven caracoles rosados, tortugas marinas, guacamayas rojas y las propias abejas meliponas, en un entorno de cenotes, selvas, manglares y arrecifes.
Grupo Xcaret ha integrado la conservación en su modelo de operación. Además del meliponario, impulsa programas de reproducción y reintroducción de especies como las tortugas y guacamayas, buscando fomentar la protección de la fauna endémica. En sus viveros se cultiva flora nativa y se promueven actividades educativas dirigidas a sensibilizar a los visitantes sobre la importancia de la sostenibilidad.
La abeja melipona se mantiene como símbolo de esta visión: un ser pequeño, sin aguijón, pero esencial para la vida y la cultura de la región. A través de estos rituales ancestrales y esfuerzos contemporáneos, se estrecha el vínculo entre tradición y futuro, entre lo espiritual y lo ecológico, en una de las zonas más diversas y frágiles del país.